La historia la voy a postear cuando tenga un ratito de tiempo para escribirla.
Supongo que sera un capitulo por semana o uno cada dos.
Espero que les guste :D
Comenten!

P.D: aah y nose si tengo que aclararles que lean de abaro para arriba :P el prologo es antes del primer capitulo

Capitulo 4

Conociendo

Los empleados no me conocían como los del restaurant de Wonderwalld, pero, aun así, nos ofrecieron una mesa para dos.
- Disculpa, estoy buscando a mi madre, Sam – le dije a uno de los camareros
- Un minuto – me respondió y apresuradamente se dirigió a lo que yo suponía que era la cocina.
- Mientras la esperamos, siéntate – Jeremy estaba apartando la silla de la mesa para que yo pueda sentarme, y así lo hice.
- Gracias
Estaba un poco ruborizada ante ese acto de caballerismo. Sinceramente, no estaba muy acostumbrada a estar con chicos de esta manera (una manera totalmente exagerada de mi parte. Eli diría: Tranquila, que no vas a casarte, solo es una cita. Cosa que en este momento, tampoco era)
- Así que… Dime ¿Irás al colegio este último trimestre, aquí en Queen Mary?
Queen Mary era el nombre del barrio privado en el que vivía ahora.
- Si, mama no quiere esperar al año próximo para mi incorporación en el colegio- dije con un encogimiento de hombros acompañando mis palabras.
Mi madre salió de la cocina con un repasador entre las manos, limpiándose lo que parecía carne picada.
- Hola Marilín y em…
- Jeremy, encantado de conocerla
Estrecharon sus manos y luego mi madre me miro como diciendo: Wow, estuviste pescando y sacaste uno de los grandes. A veces me avergonzaba de ella pero otras era graciosa.
En este caso era la primera, para mí.
- Mamá, Wes no tiene ganas de atenderme y me mandó para acá
- Hija, seguramente no fue así. Wes debe estar muy ocupado con las cosas de la mudanza, por que yo lo abandone para, casualmente, venir a trabajar – Dijo, fingiendo estar entristecida
- Como sea
- ¿Qué quieren para almorzar, chicos?
- Lo que pida Marilín, por mí está bien
- Está bien. Yo comeré… Un plato de spaghetti con salsa boloñesa, por favor
- Muy bien, cuando estén listos los traerán los camareros
Dicho esto, se largó otra vez a la cocina.
- Tu madre es muy simpática – Me dijo Jeremy
Me reí, otra cosa no podía hacer.
- SI, pero espera a verla cuando está enojada o algo así.
- Espero no verlo, mejor
Nos reímos los dos, esta vez
- Desde que te conozco, nunca pregunté por tu edad, Marilín
- Diecisiete años, cumplí hace poco. ¿Tú?
- Dieciocho, también cumplidos no hace mucho.
La primera vez que salía con alguien mas grande que yo (sí, lo se otra vez exagerando, solo estamos almorzando en el restaurant en el que trabaja mi madre)
- ¿Hace mucho llegaste a Queen Mary? – Le pregunté, solo para matar el rato
- No, hará cosa de un mes, tal vez menos
Que extraño, parecía apropósito.
En ese momento llegó un camarero con los dos platos de spaghetti.
- ¿Desea algo para tomar, señorita?
A eso tampoco estaba acostumbrada. Los camareros de Wonderwalld me conocían desde que estaba en el vientre de mi madre, así que solo me llamaban Mar, pero aquí, era la primera vez que venía.
- Una Coca-Cola, por favor
- ¿Y Usted, señor?
- Solo un exprimido de naranja
- Enseguida se los traigo
Creo que no habrían pasado ni dos minutos y el camarero ya estaba de vuelta con las bebidas.
- Gracias – Dijimos los dos al unísono
- No hay de que. Que lo disfruten
Estaban muy ricos, casi no hablamos en todo el rato que tardamos en comerlos (en realidad tendría que decir DEVORARLOS)
- Yo pago –Dijo Jeremy levantándose de la silla una vez que terminamos
- No, no – me apresuré a decir yo – Mi madre se encarga de eso
- ¿Estás segura?
- Si, seguro, no te preocupes
- Bueno…
Creo que mi cerebro (o corazón) es distinto al de los demás. No podía ser que me enamorara tan rápido de alguien.
- Vamos a dar un paseo – Dijo
- Esta bien
Seguido de eso, me tomó de la mano.
No me lo esperaba así que solo deje que el la agarrara por que yo no sentía nada en esa parte del cuerpo.
Lo que si sentía, para mi desgracia, era la sangre en mis mejillas, dándome un no muy leve rubor. No sabía que hacer, siempre me pasaba igual. Yo no estaba diseñada para estas cosas.
- Voy a mostrarte un poco de la belleza en la que vivimos ahora, y así podrás contarme algo de tu “anterior vida”
En la parte de “tu anterior vida” gesticulo unas comillas con dos de los dedos de la otra mano que le quedaba libre
- No hay mucho que contar, igual. En mi colegio no era de las famosas “populares”. Tampoco había.
- Qué lástima que no pueda decir lo mismo de este colegio.
- ¿Eso que quiere decir?
- Eso quiere decir, que, lamentablemente, no corremos con esa misma suerte. Es como en las películas o las series de televisión. Tres rubias que entre las tres suman 5 neuronas, intentando dominar el colegio, y bla bla bla
Solté una carcajada a su comentario de las neuronas. Me hacia acordar, realmente, a las series que veía cuando era mas chica en la televisión.
- Y seguramente está el grupo de los “Nerdis”, la contra de las rubias con pocas neuronas ¿No? – me reí
- Sí, auque hay muy pocas como las que tu llamas “Nerdis”, pero es todo el curso contra ellas, digamos.
- Ah, ya – Dije, suspirando – Será cuestión de adaptarse
- Espero que Sendra, Erin y Leila no te hagan la vida imposible estos tres meses hasta que eso pase
- ¿Esas son las tres rubias des-cerebradas de las que me hablabas?
- Si – Río entre dientes
Su celular empezó a sonar. Antes de contestar miró el identificador de llamadas y suspiró.
- Lo siento, tengo que contestar – Me dijo
- Adelante
Era su madre y lo necesitaba rápido. Hablaba apresuradamente y tan fuerte que yo misma podía escucharla sin estar cerca del teléfono. Cuando colgó me dijo:
- Lo siento, Mar, tengo que irme
- Nos vemos el lunes, en el colegio – Y le sonreí
El me devolvió la sonrisa. ¡Por Dios! No podía ser mas guapo.
- Adiós
Y me dio un beso en la mejilla.

Capítulo 3

Descubrimientos

- Estabas soñando, Marilin

- Era tan real, tan real – Dije entre sollozos

- Ya pasó, era solo una pesadilla

Estaba bastante aturdida, seguía sin entender nada y estaba a punto deponerme a llorar.

- Quiero estar sola Wes

- ¿En serio? No tengo problema en estar contigo

Pero YO si –Pensé- ¿Hacía esto para que yo lo quiera? No lo sabia, pero parecía.

- Si, es en serio. Déjame sola, por favor.

- Está bien – Dijo rindiéndose – Por si acaso, estoy abajo

Estaba por salir de mi habitación cuando recordé algo

- Espera, Wes

- ¿Si?

-¿Está bien mamá?

- Si, fue al restaurant a trabajar. ¿Por qué?

- No lo sé, solo quería saber

En realidad, solo quería asegurarme de que mi pesadilla solo quedaba en mi mente.

- Bueno Mar, te dejo sola – Parecía como que le costara hacerlo, pero igualmente salió de mi cuarto y cerró la puerta a su paso.

Eran las diez de la mañana. Ya no podría dormirme, así que me incorporé y me dirigí al baño.

Me lavé la cara y preparé la bañera. Un baño no me vendría nada mal para despejar mi mente.

Mientras esperaba que se llenara, tomé la ropa que me pondría después y prendí el ordenador, la bañera tardaría bastante en llenarse, por el tamaño que tenía.

Esta vez, no estaban ni Eli ni Rachel, por lo tanto me limité a revisar el correo. Tenía algunos mails spam, pero ninguno importante.

Cuando ya no supe que hacer, lo apagué de nuevo.

No sabía que hacer para matar el rato, tal vez podría bajar a desayunar algo.

Salí de mi cuarto y bajé las escaleras. Tenía al menos veinte minutos más, pero no iba a comer algo elaborado.

Saqué un vaso del estante y lo puse sobre la mesada. Fui hasta la heladera, tome la leche, la vertí en el vaso y volví a guardarla en la heladera.

Agarré el vaso y lo llevé a la mesa, junto con un par de galletas con chocolate que había preparado mi madre.

Desayuné en silencio, escuchando el sonido de las cajas que estaba corriendo Wes para acomodar las cosas de la mudanza.

Me tomé mi tiempo y lavé todo cuando terminé.

El baño ya debería estar listo.

Subí y fui a mi cuarto. Tomé la ropa y la llevé al baño.

El agua ya estaba tibia y cristalina lista para que yo entrara a bañarme.



- ¿Marilin? – Gritó Wes desde donde sea que estuviera - ¿Estas en tu habitación?

- Si, acabo de terminar de bañarme. ¿Qué sucede?

- Estoy muy ocupado con la mudanza como para cocinar algo ¿Te molestaría ir al restaurant a almorzar con tu madre?

Con tal de no estar con él…

-Para nada- Respondí

En cinco minutos yo ya estaba abajo y fuera de mi casa.

Era mi segundo día en este barrio privado, por lo tanto, no conocía nada.

Tendría que encontrar el restaurant por cuenta propia. Mi madre mencionó que estaba cerca de la plaza pero ¿Y la plaza?

Caminé hacia lo que parecía ser el “centro” un buen rato, hasta que a lo lejos vi a unos niños corriendo y algunos juegos infantiles. Esa debería ser la plaza.

Cuando me acerqué más, lo reconocí.

Estaba sentado en una de las hamacas, inmóvil, con los codos apoyados en las rodillas y las manos ahuecadas, sosteniendo su cabeza. Parecía pensativo, tan hermoso.

No sabía si ir a saludarlo o solo pasar por al lado. Pero entonces, como si me hubiera escuchado, levantó la cabeza, me miró y sonrió.

No pude evitar sonreírle en respuesta, y caminar hacia las hamacas para estar con él.

Cuando estuve lo bastante cerca para escucharlo, me dijo:

- Hola, Marilin

- Hola Jeremy, por favor, dime Mar

- Está bien, Mar – Y volvió a sonreír. Era más hermoso aún cuando lo hacía. Dejaba al descubierto sus perfectos y blancos dientes. Se le formaban hoyuelos en las mejillas, que lo hacían parecer más pequeño.

- Gracias

- ¿Vives por aquí cerca?

- Si, a algunas cuadras. ¿Y tú?

- También – Pero paso más tiempo fuera que dentro. Mis padres no están pasando un buen momento y el ambiente se torna muy insoportable en mi casa, estos días.

¿Por qué me contaba todo esto?

L e hice una mueca que decía “lo siento”

- Yo ahora estaba yendo al restaurant a comer algo

- Que extraño ¿No te dan de comer en tu casa? – Río entre dientes y yo también.

- Es que mi madre trabaja allí, y mi… padrastro –me costó un poco decirlo – Está ocupado con las cosas de la mudanza

- ¿Puede ser que Samanta sea tu madre?

- Si ¿Por qué?

- Son algo parecidas

-¿La conoces?

- La vi pasar hoy temprano y un cliente preguntó por su nombre y yo escuché…

- Ah – No se me ocurría nada que decir – Bueno, no se si has almorzado ya, pero si quieres puedes venir conmigo al restaurant

- Me encantaría, gracias

Otra vez su sonrisa casi me ciega. Creo que era lo más hermoso de toda su cara, aunque era muy difícil de decidir, ya que era perfecto.

Caminamos en silencio, un poco incómodos, hasta que entramos al restaurant

Capítulo 2

Indescriptible

Caímos los dos al suelo, después de una sigilosa colisión.

Al ser el piso de mármol, me raspé un poco la espalda y los codos.

Intenté levantarme pero estaba mojada y me resbalé otra vez. Antes de que choque con el piso nuevamente, dos fuertes manos me agarraron las muñecas y me devolvieron el equilibrio.

- Perdón, no te vi venir, disculpa es que estaba apurada y yo

- No te disculpes – Interrumpió él lo que pretendían ser mis “palabras”- Yo también caminaba distraído

Cuando levanté la mirada, me arrepentí de haberlo hecho. Me daba vergüenza yo sola de haberme quedado boquiabierta y ruborizada al ver su rostro, pero no podía remediarlo.

Los músculos de mi boca parecían no querer moverse.

Era un chico de mi edad, tal vez un poco más. Rubio, ojos claros, con músculos en el abdomen, en una palabra, hermoso.

¿Podía ser que en este lugar encontrara lo que a todas les gustaría tener?

- ¿Estás bien? – Me preguntó

- Si, em, gracias – ¡Tonta tonta tonta! No podía emitir las palabras que pensaba

- No hay de que – Se empezó a alejar pero a los dos pasos paró y se giró hacia mi – Por cierto, no se tu nombre

- Marlín- Le conteste – pero todos me dicen Mar

- Yo soy Jeremy, un gusto conocerte

Entonces, se dio media vuelta otra vez y se fue.

- Wow – Dije para mí misma.

Nunca había visto a alguien que llame tanto mi atención. Lo cierto es que no me hablaba mucho con adolecentes de mi edad en mi otra ciudad, y no estaba acostumbrada a esto, a pesar de que tengo 17 años.

Caminé hasta mi casa en silencio, pensativa.

Hasta que sonó mi celular, suponía que sería mi madre y así era.

- Mar, ya está la cena

- Estoy en la puerta de casa, mamá- Y colgué.

Entre a mi casa, tiré el bolso al sillón y me senté a la mesa.

- ¿Fuiste a la piscina?- Me preguntó Wes

- Si – Respondí cortantemente

- Que lástima que estuve ocupado, hubiera ido yo también.

- Podrás ir en otro momento cariño, primero hay que terminar de desempacar y acomodar todo el inmobiliario- Repuso mi madre.

Que suerte que no había ido Wes. En este momento estaría molestándome con Jeremy.

Tenía tantas ganas de verlo. ¿Cómo no se me ocurrió preguntarle si vivía por aquí o cualquier cosa? Estaba en shock cuando lo vi, eso fue lo que paso.

Terminamos de cenar, así que levante la mesa, y lavé los platos.

- Terminé, me voy a mi cuarto- Anuncié

-Buenas noches cielo – Se despidió mi madre

-Hasta mañana Mar

Subí las escaleras un poco cansada después de la mudanza y el día en la pileta., pero no tenia sueño ahora. Había cambiado mi rutina muchas veces el día de hoy, así que decidí cambiarla una vez más y prendí el ordenador.

No tardó mucho en prenderse y conectarse a internet.

Inicié sesión en el Messenger y me puse a buscar entre mis contactos conectados (que no eran muchos) a ver si estaban o Eli o Rachel.

Así era, aunque solo estaba Eli. Le comenté todo lo que no sabía de mi día y ella del suyo.

Nos despedimos después de algunas horas y apagué el ordenador.

Eran las 11 de la noche, pero ahora si estaba lista para dormir.

Me puse el pijama, me cepillé los dientes y me acosté.

No tardé mucho en dormirme.

Cuando desperté, mi cuarto estaba algo cambiado, las paredes no eran del mismo color, y mis nuevas cosas ya no estaban en su sitio.

¿Mamá y Wes habían remodelado todo el cuarto mientras yo dormía? Imposible. No tengo sueño pesado y cualquier cosa me despierta.

Me levanté, y salí de mi cuarto dando tumbos, todavía dormida.

Mientras bajaba la escalera, escuché una voz muy poco familiar. No era de Wes, ni de mi madre.

No me animé a seguir bajando y me quedé escuchando la conversación que provenía de abajo.

-… No podemos implicarlo en esto, Fred, no tiene ni tendrá nada que ver con los problemas familiares- Era una voz femenina. Hablaba en susurros, como si quisiera que nadie la escuchara

- Pero Daiana, piénsalo, ahora es solo un bebé, pero cuando crezca, tendrá que continuarlo

-¿Es que no entiendes lo peligroso que es este trabajo? Yo no quiero algo así para mi hijo, Fred, no sé tú, pero

- Yo tampoco lo quiero así, mi amor, pero todos tenemos que cumplir con esto, es algo que está en nuestros genes - La interrupió el

Un bebé comenzó a llorar. ¿Qué es esto? No entendía nada.

¿Dónde estaban Wes y mamá?

Bajé un escalón más, para lograr ver a las personas de donde provenían sus voces.

La mujer era rubia y esbelta, bastante alta y sostenía a un bebe con sus brazos maternales y protectores. Lo miraba con mucho cariño, y le hacía morisquetas para que deje de llorar.

El hombre también era alto, y tenía un aspecto más rudo que el de la mujer. Sus dos brazos sostenían los hombros de la mujer, como si la estuviera usando de apoyo.

Tenía sus ojos clavados en los de ella, hasta que yo me resbalé y los dos se giraron para verme. No podía moverme. Conté los segundos que pasaron hasta que ellos giraron su cabeza, y se miraron nuevamente.

La mujer dejó al bebé en su catre y el hombre me miraba con precaución.

Quería escapar, esos sujetos me daban miedo, pero no podía moverme.

Ahora Fred caminaba hacia mí, con las manos en alto, en símbolo de paz. Daiana, se situaba protectora delante de su hijo.

¿Me tenían miedo a mí?

- No deberías estar aquí, Mikeila, no tienes nada que hacer contra nosotros ya. ¿Cómo te liberaste de las esposas, eh? ¿Es otro de tus poderes? ¿Destruir el metal?

¿De qué estaba hablando? Obviamente me hablaba a mí, pero ¿Mikeila?

Se lanzó sobre mí, y me tomó por los hombros. Me sacudía. Yo intenté liberarme y arañarlo con mis débiles uñas, pero entonces comenzó a decir mi nombre.

- Mar, Marlín, despierta- Ahora casi gritaba. Era Wes – Basta Marlín, deja de hacerme eso – Y gimió una sola vez por el dolor de mis uñas

- ¿Qué? ¿Qué pasó? – Estaba MUY desorientada. Todo parecía tan real…

Capitulo 1

La llegada

Lamentablemente no pude cumplir mi promesa debido a la sorpresa al ver la nueva casa. Solté un gemido. Oh no, perdí mi apuesta.

Por una vez estaba de acuerdo con mi madre. Era hermosa.

- ¡Llegamos!- Anunció mi madre - ¿Y? ¿Que te parece Mar?

Estaba atónita. Sin dudas no era ni el triple de hermosa de lo que era nuestra antigua casa, así que solo logre pronunciar un bien en voz baja.

Todo estaba muy tranquilo mientras bajábamos las maletas. No había ruidos de bocinas como en la ciudad, solo se escuchaban las vocecitas de unos niños jugando muy a lo lejos.

- Wow- dije cuando entramos. Claramente no me esperaba esto. Maldición, esta vez sí que tenían razón – Que bonita.

- ¿Te gusta? – Me pregunto Wes. Atisbé una nota de “te lo dije” en su voz, pero no tenía ganas de discutir.

- Espera a ver tu cuarto- Dijo mi madre con una clara nota de emoción en sus palabras.

- Vale, entonces, vamos a verlo

Sinceramente, quería tirarme en mi nueva cama, si es que ya tenía una, y dormir. El viaje me había dejado agotada. Demostrar mi sorpresa por la habitación, desempacar y dormir. Eso era lo que iba a hacer.

Por tercera vez en una hora, tendría que admitirlo, tenían absolutamente toda la razón. La piscina fue lo que primero llamó mi atención. Se veía enorme atreves del ventanal y sentí una sensación de calidez al ver el vapor que desprendía.

Tal vez antes de dormir pueda aprovecharla, pensé en mi fuero interno.

- Bueno linda- Puse mala cara, pero no lograron verla porque estaba de espaldas a ellos. No me agradaba nada que Wes me llamara linda – Te dejaremos a solas para que puedas cambiarte y organizar tus cosas. Estaremos abajo

- Losé, no tengo 7 años

- Cariño – La expresión de mi madre era una parecida a: “No me hagas quedar fatal con mi nuevo novio, después de lo que hablamos, hijita”. Tal vez la belleza de la casa me ayudara a superar este año que me quedaba por delante. Igualmente, sería difícil.

- Si, losé mamá.

Mi madre se acercó y me dio un beso en la frente.

- Estaremos abajo – Me recordó

Dios mío, que exageración. Como si me fuera a vivir a la Antártida y no me viera el rostro por 3 años.

Comencé a desempacar cuando cerraron la puerta detrás de ellos y sus pasos hicieron eco en la gran casa vacía.

Tenía un largo rato para mí misma, así que tome mi neceser de higiene personal y me fui a explorar el enorme baño.

Era muy lujoso, como toda la casa. Al entrar, lo primero que se apreciaba era el gran jacuzzi.

- Oh, mi dios- Exclamé sorprendida. Otra vez.

Al abrir un poco más la puerta, se podía ver el retrete y a su lado, un –innecesariamente- gigantesco espejo. Había pequeños estantecitos de madera entre el espejo y el lavabo llenos de perfumes caros y muchísimo maquillaje. En fin, era el baño que toda mujer querría. Yo lo tenía.

Esta habitación se conectaba con el vestidor, que para mi sorpresa, en una percha alejada había un hermoso vestido que yo ya había visto antes, en un escaparate en el centro de Wonderwalld, mi antigua ciudad. Me acerque para observarlo mejor y me percaté de la tarjeta que colgaba de uno de los breteles. Esta rezaba:

“Espero que después de este regalo, te resulte un poco menos incómodo convivir conmigo.Wes”

Claro que era de Wes. No se me ocurría otra persona que intentara comprarme con un hermoso vestido.

Me dirigí a mi maleta para empezar a desempacar.

No había traído mucha ropa. En Wonderwalld ni siquiera tenía la suficiente como para llenar mi viejo armario y ahora pretendían que llene todo un vestidor. Oh, claro, seguramente el amable Wes me compraría todo lo que quisiera con tal de quedar bien con mi madre y conmigo. No lo soportaba, ¿ya lo mencioné?

Después de sacar toda la ropa de la maleta, me dediqué a colocar los portarretratos con las fotos de mis amigos de Wonderwalld –que tampoco eran muchos- en mi mesa de noche.

Vivíamos en un pueblo bastante pequeño como para conocer nueva gente, nuevos adolecentes con quien compartir mi vida. Por suerte, mi madre tenía mucho trabajo cuando yo era niña como para cuidar de mí, así que me pasaba el día entero en la guardería o en el jardín de infantes. Allí conocía a Eli y a Rachel, mis dos mejores amigas.

Luego fuimos juntas a la primeria, y hasta el día de ayer, compartíamos la secundaria.

Las voy a extrañar, si, pero por suerte, tenía un ordenador con internet móvil para comunicarnos todos los días.

Después de unos minutos, terminé de sacar todo de mi maleta, así que tomé el traje de baño de mi nuevo vestidor y me dirigí al baño para ponérmelo.

Salí un par de minutos después, ya lista para ir a nadar un rato en la piscina.

Mientras bajaba las escaleras, me di cuenta del rico aroma que provenía de la cocina. Mama debería de estar cocinando, muy poco original en ella.

Mi madre trabajaba de chef principal en el mejor restaurant de Wonderwalld, cocina recetas exquisitas, a todo el mundo le gustaba cualquier cosa que ella hiciera.

Ahora trabajaría en el único restaurant que había en este barrio privado, con un salario un poco más elevado que en su anterior empleo, pero a quien le importaba su salario teniendo un marido millonario como Wes.

A veces me pregunto si mamá realmente está enamorada de él, aunque no la veo capaz de casarse otra vez, solo por el dinero. Para ella el matrimonio era el símbolo más importante de unión entre dos personas, lo máximo a lo que puede llegar a ser una relación verdadera.

- ¿Vas a la piscina, cariño?

- Si, mamá.

- Vale, en 20 minutos estará lista la cena

- Volveré dentro de 20 minutos entonces

-¿Caminarás así por toda la calle hasta llegar a la piscina, cielo?

Puse los ojos en blanco y subí corriendo las escaleras para recoger una remera blanca y unos shorts que había dejado desparramados por el suelo.

- ¿Mejor?

- Si – Rió entre dientes y luego añadió- ¡Que te diviertas!

-Vale, vale.

La piscina no estaba muy lejos de mi nueva casa, me guié por la ventana de mi cuarto, ya que si desde allí podía verla…

El agua estaba tibia y muy agradable, como me imaginaba, así que después de sentirla con la punta de los dedos de los pies, me saqué el short y la remera y me zambullí dentro del agua cristalina.

Nadé, hasta que me sentí un poco cansada, así que miré la hora en el reloj de mi celular. Todavía faltaban 5 minutos para que mi madre empiece a llamarme a cenar, pero igual tendría que cambiarme el traje de baño, por lo tanto me dirigí al vestuario.

Caminé mirando mis pies desnudos casi todo el camino, así que no lo vi venir.

Prólogo

Prólogo

¿Quién lo diría? Ni si quiera yo soy capaz de creerme lo que estoy a punto de hacer. Lo que estamos a punto de hacer.

-¡Mamá!- Repetí por tercera vez- ¿Por qué tengo que mudarme con ustedes? Sabes lo poco que me gusta Wes como para compartir este único año que me queda para cumplir la mayoría de edad y así largarme de una vez por todas

Wes, el nuevo novio de mi madre había decidido muy apresuradamente, para mi gusto, proponerle matrimonio e irse a vivir a un lujoso barrio privado.

Ni una pizca de mi ser soportaba la presencia de este hombre. Mi metabolismo no lo aceptaba, sin darme ninguna explicación del porqué.

Pero claro, para que gastar más saliva diciéndoselo a mi madre por cuarta vez en el día.

- Hija, no quiero seguir escuchando tus quejas de Wes. Y claro, tienes razón. Cuando cumplas los 18 eres libre de vivir en donde quieras, pero mientras estés viviendo conmigo, te prohíbo faltarle el respeto a tu padre.

-¡El no es mi padre! – Exploté – Y nunca lo será – Enfaticé mi enfado en la palabra nunca, para ver si de una vez por todas se convencía de este hecho.

-¿De eso se trata? ¿De tu padre? Sabes muy bien que yo no tuve nada que ver con lo que le pasó y mucho menos Wes, así que ya deja de tratarlo como si tuviera lepra ¿Quieres?

No contesté y me fui mascullando en dirección al auto.

- No estés así Marlín- Me dijo Wes cuando subí al auto- Cuando veas la casa, no opinarás los mismo que ahora

- Es muy hermosa – Interrumpió mi madre – Tu cuarto tiene vista a la piscina

Me prometí a mi misma no abrir el pico durante todo el trayecto.

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