Conociendo
Los empleados no me conocían como los del restaurant de Wonderwalld, pero, aun así, nos ofrecieron una mesa para dos.
- Disculpa, estoy buscando a mi madre, Sam – le dije a uno de los camareros
- Un minuto – me respondió y apresuradamente se dirigió a lo que yo suponía que era la cocina.
- Mientras la esperamos, siéntate – Jeremy estaba apartando la silla de la mesa para que yo pueda sentarme, y así lo hice.
- Gracias
Estaba un poco ruborizada ante ese acto de caballerismo. Sinceramente, no estaba muy acostumbrada a estar con chicos de esta manera (una manera totalmente exagerada de mi parte. Eli diría: Tranquila, que no vas a casarte, solo es una cita. Cosa que en este momento, tampoco era)
- Así que… Dime ¿Irás al colegio este último trimestre, aquí en Queen Mary?
Queen Mary era el nombre del barrio privado en el que vivía ahora.
- Si, mama no quiere esperar al año próximo para mi incorporación en el colegio- dije con un encogimiento de hombros acompañando mis palabras.
Mi madre salió de la cocina con un repasador entre las manos, limpiándose lo que parecía carne picada.
- Hola Marilín y em…
- Jeremy, encantado de conocerla
Estrecharon sus manos y luego mi madre me miro como diciendo: Wow, estuviste pescando y sacaste uno de los grandes. A veces me avergonzaba de ella pero otras era graciosa.
En este caso era la primera, para mí.
- Mamá, Wes no tiene ganas de atenderme y me mandó para acá
- Hija, seguramente no fue así. Wes debe estar muy ocupado con las cosas de la mudanza, por que yo lo abandone para, casualmente, venir a trabajar – Dijo, fingiendo estar entristecida
- Como sea
- ¿Qué quieren para almorzar, chicos?
- Lo que pida Marilín, por mí está bien
- Está bien. Yo comeré… Un plato de spaghetti con salsa boloñesa, por favor
- Muy bien, cuando estén listos los traerán los camareros
Dicho esto, se largó otra vez a la cocina.
- Tu madre es muy simpática – Me dijo Jeremy
Me reí, otra cosa no podía hacer.
- SI, pero espera a verla cuando está enojada o algo así.
- Espero no verlo, mejor
Nos reímos los dos, esta vez
- Desde que te conozco, nunca pregunté por tu edad, Marilín
- Diecisiete años, cumplí hace poco. ¿Tú?
- Dieciocho, también cumplidos no hace mucho.
La primera vez que salía con alguien mas grande que yo (sí, lo se otra vez exagerando, solo estamos almorzando en el restaurant en el que trabaja mi madre)
- ¿Hace mucho llegaste a Queen Mary? – Le pregunté, solo para matar el rato
- No, hará cosa de un mes, tal vez menos
Que extraño, parecía apropósito.
En ese momento llegó un camarero con los dos platos de spaghetti.
- ¿Desea algo para tomar, señorita?
A eso tampoco estaba acostumbrada. Los camareros de Wonderwalld me conocían desde que estaba en el vientre de mi madre, así que solo me llamaban Mar, pero aquí, era la primera vez que venía.
- Una Coca-Cola, por favor
- ¿Y Usted, señor?
- Solo un exprimido de naranja
- Enseguida se los traigo
Creo que no habrían pasado ni dos minutos y el camarero ya estaba de vuelta con las bebidas.
- Gracias – Dijimos los dos al unísono
- No hay de que. Que lo disfruten
Estaban muy ricos, casi no hablamos en todo el rato que tardamos en comerlos (en realidad tendría que decir DEVORARLOS)
- Yo pago –Dijo Jeremy levantándose de la silla una vez que terminamos
- No, no – me apresuré a decir yo – Mi madre se encarga de eso
- ¿Estás segura?
- Si, seguro, no te preocupes
- Bueno…
Creo que mi cerebro (o corazón) es distinto al de los demás. No podía ser que me enamorara tan rápido de alguien.
- Vamos a dar un paseo – Dijo
- Esta bien
Seguido de eso, me tomó de la mano.
No me lo esperaba así que solo deje que el la agarrara por que yo no sentía nada en esa parte del cuerpo.
Lo que si sentía, para mi desgracia, era la sangre en mis mejillas, dándome un no muy leve rubor. No sabía que hacer, siempre me pasaba igual. Yo no estaba diseñada para estas cosas.
- Voy a mostrarte un poco de la belleza en la que vivimos ahora, y así podrás contarme algo de tu “anterior vida”
En la parte de “tu anterior vida” gesticulo unas comillas con dos de los dedos de la otra mano que le quedaba libre
- No hay mucho que contar, igual. En mi colegio no era de las famosas “populares”. Tampoco había.
- Qué lástima que no pueda decir lo mismo de este colegio.
- ¿Eso que quiere decir?
- Eso quiere decir, que, lamentablemente, no corremos con esa misma suerte. Es como en las películas o las series de televisión. Tres rubias que entre las tres suman 5 neuronas, intentando dominar el colegio, y bla bla bla
Solté una carcajada a su comentario de las neuronas. Me hacia acordar, realmente, a las series que veía cuando era mas chica en la televisión.
- Y seguramente está el grupo de los “Nerdis”, la contra de las rubias con pocas neuronas ¿No? – me reí
- Sí, auque hay muy pocas como las que tu llamas “Nerdis”, pero es todo el curso contra ellas, digamos.
- Ah, ya – Dije, suspirando – Será cuestión de adaptarse
- Espero que Sendra, Erin y Leila no te hagan la vida imposible estos tres meses hasta que eso pase
- ¿Esas son las tres rubias des-cerebradas de las que me hablabas?
- Si – Río entre dientes
Su celular empezó a sonar. Antes de contestar miró el identificador de llamadas y suspiró.
- Lo siento, tengo que contestar – Me dijo
- Adelante
Era su madre y lo necesitaba rápido. Hablaba apresuradamente y tan fuerte que yo misma podía escucharla sin estar cerca del teléfono. Cuando colgó me dijo:
- Lo siento, Mar, tengo que irme
- Nos vemos el lunes, en el colegio – Y le sonreí
El me devolvió la sonrisa. ¡Por Dios! No podía ser mas guapo.
- Adiós
Y me dio un beso en la mejilla.
Los empleados no me conocían como los del restaurant de Wonderwalld, pero, aun así, nos ofrecieron una mesa para dos.
- Disculpa, estoy buscando a mi madre, Sam – le dije a uno de los camareros
- Un minuto – me respondió y apresuradamente se dirigió a lo que yo suponía que era la cocina.
- Mientras la esperamos, siéntate – Jeremy estaba apartando la silla de la mesa para que yo pueda sentarme, y así lo hice.
- Gracias
Estaba un poco ruborizada ante ese acto de caballerismo. Sinceramente, no estaba muy acostumbrada a estar con chicos de esta manera (una manera totalmente exagerada de mi parte. Eli diría: Tranquila, que no vas a casarte, solo es una cita. Cosa que en este momento, tampoco era)
- Así que… Dime ¿Irás al colegio este último trimestre, aquí en Queen Mary?
Queen Mary era el nombre del barrio privado en el que vivía ahora.
- Si, mama no quiere esperar al año próximo para mi incorporación en el colegio- dije con un encogimiento de hombros acompañando mis palabras.
Mi madre salió de la cocina con un repasador entre las manos, limpiándose lo que parecía carne picada.
- Hola Marilín y em…
- Jeremy, encantado de conocerla
Estrecharon sus manos y luego mi madre me miro como diciendo: Wow, estuviste pescando y sacaste uno de los grandes. A veces me avergonzaba de ella pero otras era graciosa.
En este caso era la primera, para mí.
- Mamá, Wes no tiene ganas de atenderme y me mandó para acá
- Hija, seguramente no fue así. Wes debe estar muy ocupado con las cosas de la mudanza, por que yo lo abandone para, casualmente, venir a trabajar – Dijo, fingiendo estar entristecida
- Como sea
- ¿Qué quieren para almorzar, chicos?
- Lo que pida Marilín, por mí está bien
- Está bien. Yo comeré… Un plato de spaghetti con salsa boloñesa, por favor
- Muy bien, cuando estén listos los traerán los camareros
Dicho esto, se largó otra vez a la cocina.
- Tu madre es muy simpática – Me dijo Jeremy
Me reí, otra cosa no podía hacer.
- SI, pero espera a verla cuando está enojada o algo así.
- Espero no verlo, mejor
Nos reímos los dos, esta vez
- Desde que te conozco, nunca pregunté por tu edad, Marilín
- Diecisiete años, cumplí hace poco. ¿Tú?
- Dieciocho, también cumplidos no hace mucho.
La primera vez que salía con alguien mas grande que yo (sí, lo se otra vez exagerando, solo estamos almorzando en el restaurant en el que trabaja mi madre)
- ¿Hace mucho llegaste a Queen Mary? – Le pregunté, solo para matar el rato
- No, hará cosa de un mes, tal vez menos
Que extraño, parecía apropósito.
En ese momento llegó un camarero con los dos platos de spaghetti.
- ¿Desea algo para tomar, señorita?
A eso tampoco estaba acostumbrada. Los camareros de Wonderwalld me conocían desde que estaba en el vientre de mi madre, así que solo me llamaban Mar, pero aquí, era la primera vez que venía.
- Una Coca-Cola, por favor
- ¿Y Usted, señor?
- Solo un exprimido de naranja
- Enseguida se los traigo
Creo que no habrían pasado ni dos minutos y el camarero ya estaba de vuelta con las bebidas.
- Gracias – Dijimos los dos al unísono
- No hay de que. Que lo disfruten
Estaban muy ricos, casi no hablamos en todo el rato que tardamos en comerlos (en realidad tendría que decir DEVORARLOS)
- Yo pago –Dijo Jeremy levantándose de la silla una vez que terminamos
- No, no – me apresuré a decir yo – Mi madre se encarga de eso
- ¿Estás segura?
- Si, seguro, no te preocupes
- Bueno…
Creo que mi cerebro (o corazón) es distinto al de los demás. No podía ser que me enamorara tan rápido de alguien.
- Vamos a dar un paseo – Dijo
- Esta bien
Seguido de eso, me tomó de la mano.
No me lo esperaba así que solo deje que el la agarrara por que yo no sentía nada en esa parte del cuerpo.
Lo que si sentía, para mi desgracia, era la sangre en mis mejillas, dándome un no muy leve rubor. No sabía que hacer, siempre me pasaba igual. Yo no estaba diseñada para estas cosas.
- Voy a mostrarte un poco de la belleza en la que vivimos ahora, y así podrás contarme algo de tu “anterior vida”
En la parte de “tu anterior vida” gesticulo unas comillas con dos de los dedos de la otra mano que le quedaba libre
- No hay mucho que contar, igual. En mi colegio no era de las famosas “populares”. Tampoco había.
- Qué lástima que no pueda decir lo mismo de este colegio.
- ¿Eso que quiere decir?
- Eso quiere decir, que, lamentablemente, no corremos con esa misma suerte. Es como en las películas o las series de televisión. Tres rubias que entre las tres suman 5 neuronas, intentando dominar el colegio, y bla bla bla
Solté una carcajada a su comentario de las neuronas. Me hacia acordar, realmente, a las series que veía cuando era mas chica en la televisión.
- Y seguramente está el grupo de los “Nerdis”, la contra de las rubias con pocas neuronas ¿No? – me reí
- Sí, auque hay muy pocas como las que tu llamas “Nerdis”, pero es todo el curso contra ellas, digamos.
- Ah, ya – Dije, suspirando – Será cuestión de adaptarse
- Espero que Sendra, Erin y Leila no te hagan la vida imposible estos tres meses hasta que eso pase
- ¿Esas son las tres rubias des-cerebradas de las que me hablabas?
- Si – Río entre dientes
Su celular empezó a sonar. Antes de contestar miró el identificador de llamadas y suspiró.
- Lo siento, tengo que contestar – Me dijo
- Adelante
Era su madre y lo necesitaba rápido. Hablaba apresuradamente y tan fuerte que yo misma podía escucharla sin estar cerca del teléfono. Cuando colgó me dijo:
- Lo siento, Mar, tengo que irme
- Nos vemos el lunes, en el colegio – Y le sonreí
El me devolvió la sonrisa. ¡Por Dios! No podía ser mas guapo.
- Adiós
Y me dio un beso en la mejilla.
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